Puede sentirse trillado, poético y repetitivo, pero los hijos son ese motor que nos impulsan a seguir adelante. No me cansaré de decir que la maternidad y la paternidad nos cambia la vida, nuestra manera de pensar, nos eleva y nos hace mejores personas.
Cuando una madre pasa por una situación muy difícil de superar, allí están los hijos para decirnos “¡anímate, que la vida sigue!” ... Los hijos nos llenan de ilusiones y nos renuevan la esperanza, nos avivan la memoria, y nos vuelven más activos y comprensivos.
Sin duda alguna, los hijos son, nuestro motor y motivo. No es que nos hayamos olvidado de nosotros, sino que los reveses de nuestra vida no tienen cabida en la congoja o el desconsuelo, pues ahora tenemos a alguien más por quien luchar.
Hay días grises, en los que el temperamento muta y los ánimos se desvanecen. Días en los que no queremos jugar a nada con ellos y nada nos conmueve.
Como lo asumo yo, esos son los días donde me abrazo fuerte y dejo aflorar todas aquellas señales de fragilidad, que no me hacen débil, pero si más humana.
Enjugo mis lágrimas y me propongo quitar todo atisbo de negatividad que no me deja ver todo lo que tengo por delante. Puedo decir que mi hijo me ayuda cada día a superar las pruebas y a entender que en mis manos está la respuesta a mis preguntas.
No dejes de demostrar a tus hijos cuánto los amas, aún en aquellos días donde te sientas agobiada y superada por las pruebas de la vida. Y si estás atravesando un mal momento, estoy segura que al mirarlos a los ojos sacarás fuerzas de donde no tienes para componerte por completo.
Elige siempre amar a tus hijos, pues en aquellos momentos donde la adversidad esté husmeando, será el amor el que gane la batalla y el que te librará de cualquier tropiezo y caída.